Hay muchos hoteles que creen que lo están haciendo tan bien que es imposible hacerlo mejor, y repiten temporada tras temporada los mismos planteamientos, las mismas acciones y las mismas estrategias. Son hoteles que llevan en sí mismos la semilla de su destrucción, permítaseme la cursilada. Porque desde la cima, desde la perfección, lo único que podemos hacer es caer.
Es el ciclo vital. Todos, todo tiene un ciclo vital de nacimiento, afianzamiento, crecimiento, cima y decadencia. No falla. El ser humano, los destinos turísticos, los órganos vivos, las relaciones amorosas… ¿Las empresas? Tal vez estas tengan la posibilidad de librarse.
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No sé si conocen la Curva Sigmoidea. Es esta:
En realidad son dos curvas vitales que se entrecruzan. Es en ese cruce donde está la clave.
Una empresa normal sigue el camino A-B-C, es decir, crecimiento, cima y decadencia. Las empresas vitales, las que se conocen a sí mismas y no están en el mercado al albur de los vientos que corran, hay un momento en el que saltan de una curva vital a otra, iniciando una nueva fase de crecimiento.
Ahora bien, ¿qué implica esto? En primer lugar significa conocer el entorno, el paradigma dominante y su cambio o evolución. Significa ser capaz de encontrar los propios peligros en momentos de éxito. En estos momentos, por ejemplo, muchas empresas viven un momento de éxito, incluso con la estancamiento. Sin embargo son incapaces de predecir los cambios que ya se están produciendo: el paso de una sociedad de la información a una sociedad de la comunicación, del 1.0 al 2.0.
Las empresas de éxito han de prepararse para el cambio, para la decadencia. Han de prepararse para un nuevo escenario. Y no son las que están mejor preparadas, porque su éxito es precisamente el que las perjudica. Les impide ver más alla de su autocomplacencia.
Aceptar la Curva Sigmoidea como parte de la estrategia de gestión es aceptar la estancamiento como parte de la estrategia de gestión. La estancamiento como cambio, como renovación, y también como oportunidad y mejora continua.