Me llaman. Llevan toda la semana llamándome sin parar, a todas horas. Suena el teléfono y miro. Número privado, dice. Son ellos. Otra vez. Quieren hablar conmigo. Quieren convencerme. Que compre, que me cambie a ellos, que si ellos son mejores, que si es una buena compra. Me llaman. Y ya estoy harto.
Personalmente creo que uno de los peores inventos del marketing es el telemarketing, ese intento de conversión a distancia a través de ese aparato tan impersonal como es el teléfono. Y mi opinión no es gratuíta. Está más que meditada.
Para empezar carece de uno de los elementos básicos de una conversación, una de las partes no ha dado su conformidad. Cuando me llaman para loarme las bondades de tal o cual producto o servicio nadie me pregunta si me importa, se limitan a preguntar por mi o por “la señora de la casa” y sueltan la retaíla. Y puedes hacer dos cosas. O le cuelgas, con lo que eres un maleducado pero al menos te ahorras mucho tiempo, o le interrumpes excusándote con lo que también eres un maleducado pero tienes que gastar un tiempo precioso en zafarte de su amable abrazo de consejos y meandros dialécticos.
Por lo tanto, no te piden permiso, lo que nos lleva a un segundo elemento a tener en cuenta, la invasión de la intimidad. Nadie me ha advertido de la llamada y siempre es en un momento más que inoportuno (comiendo, en medio de una reunión, conduciendo, haciendo el amor…). ¿Tendrán el poder de expiarme? ¿sabrán a qué hora entro yo en el aseo a sentarme en el retrete? ¿a qué hora me ducho? Cuando veo anuncios por la tele sé que van a venir, los espero, y si me interesan les concedo el permiso tácito de continuar viéndolos. Si me levanto y no los veo no hay nadie diciéndome “¿cuando le viene bien que pongamos el anuncio? ¿cuando estará la “señora de la casa” para verlo?”.
Además, a veces te toman por tonto. “¿Qué operadora de movil tiene? ¿está contento con ella? ¿no ha pensado en cambiar?” Como si yo no tuviera la suficiente capacidad para discernir por mí mismo cual me interesa más. “¿Tiene internet en casa? ¿tiene banda ancha? ¿qué compañía es su proveedora?” Quieto parao, que ya estuve un mes comparando hasta que tomé una decisión. Si me equivoco es MI equivocación. “¿No conoce las ofertas de Ya.com?” Pues sí, las conozco, pero elegí Ono, ¿pasa algo?.
Y luego está ese tonillo, ese sonsonete, esa entonación melosa y bobalicona de haber repetido una y otra vez el saludo de entrada. Suena falso, hipócritamente adulador. En fin, que no me creo nada de lo que me dicen en el telemarketing, ya digo, uno de los peores inventos de la promoción.
Este es un instumento que jamás daría buenos resultados en la promoción turística, y menos en la hotelera. Una llamada siempre ha de ser posterior a una autorización expresa (mediante contestación de e-mail o tras reservar una habitación). Las llamadas han de ser dirigidas a objetivos conocidos, es decir, partiendo de una adecuada base de datos. Y sobre todo, nunca se ha de tratar de convencer de la compra, sino que se ha de aconsejar al cliente, y si éste no va a comprar nuestros servicios mostrarle cual puede ser su mejor elección. Consultoría, no venta.
No debemos enfocar el contacto telefónico como un medio de venta, sino como un medio de contacto con el cliente potencial o real.