Parece una enfermedad depresiva. Bueno, algo de eso hay, pero no es una enfermedad humana, sino de destinos turísticos.
¿No ha ido usted nunca a un parque temático en temporada baja? Recuerde, la mitad de los restaurantes cerrados, algunas atracciones también, menos personal y pocos clientes con los que te cruzas. ¿No le produce un poco de melancolía? A mi sí. Uno tiene la sensación de que no está en el parque real, que el verdadero es más dinámico, chispeante, mejor.
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Un poco de eso les pasa a los destinos turísticos en temporada baja. Hay cierta tristeza en los paseos, algo de añoranza. Muchos hoteles cierran, algunos restaurantes también, incluso algunas tiendas, los turistas son de otro tipo, todo parece que va más despacio.
¿Por qué digo esto? Porque quiero transmitir la convicción de que un destino lo hacen todos los agentes sociales y económicos que forman su tejido. Hoteles, restaurantes, comercios, bares, parques… todo forma parte del destino. Y recordemos, el turista compra la estancia en un destino, no en un hotel. El turista, cuando paga por una reserva en un hotel tiene mentalmente la idea del destino, no de el hotel. Por eso es tam importante una gestión agregada del destino, donde todos los hoteles (y demás agentes) actuen en beneficio del destino.
¿Quiere esto decir que los hoteles han de estar abiertos todo el año aunque no tengan clientes? En absoluto. Es más, hay mercado para esas épocas de temporada baja. Yo mismo disfruto paseando en otoño por los paseos junto al mar de Santa Pola o de La Manga del Mar Menor, me gusta la melancolía que transmiten. Pero hemos de ser conscientes de que este tipo de mercado es menor y su segmentación tiene un componente de debilidad que no lo tiene otro tipo de segmentaciones: el tiempo. El disfrute de este segmento es incompatible temporalmente con otros. Una segmentación por nacionalidades puede permitir el la estancia en el hotel de varios segmentos. El segmento de “los melancólicos de temporada baja” buscan la ausencia de otros segmentos, de otros clientes, y eso ha de tenerse en cuenta.
Un hotel ha de ser consciente de que vive del destino, y que su éxito depende del éxito del destino, y por lo tanto de los demás agentes que en él se mueven. Elegir una estrategia de apertura en temporada baja ha de suponer una serie de cambios en la respuesta al cliente. Tal vez porque sea un “melancólico” o tal vez porque sea un “temporada alta” que sólo ha podido acudir en temporada baja y busca las sensaciones de la temporada alta.
La gestión no puede ser lineal, como tampoco lo son los clientes.