Mi padre en su juventud fué tornero y calderero, y a veces me cuesta explicar a mis hijos en que consiste esa profesión, aunque si bien quedan algunos profesionales que ejercen dicha profesión, hay que reconocer que es minoritario el numero de personas que la ejercen.
No es el caso de pregoneros, herreros, deshollinadores, litógrafos y toneleros, que ya me plantearían mayores problemas para explicar a mis hijos qué eran, en cuanto son ya profesiones extinguidas. Supongo que si nos ponemos a pensar, saldrían algunas más. Profesiones que en definitiva, dejaron de existir por falta de clientes que demandaran sus servicios, o de empresas que les ofrezcan trabajo.
Ayer estuve almorzando con unos amigos, nada planificado, simplemente era la hora y decidimos salir a comer juntos. De hecho, almorzar es una costumbre que solemos hacer las personas casi cada dia ¿no?.
Uno de ellos tomó la decisión de estudiar Periodismo, pues es un apasionado del mundo de la comunicación, y en un momento dado de la conversación me preguntó mi opinión respecto a dicha decisión. No como experto por que no lo soy, pero como amigo le dije algo que le sorprendió. No dije otra cosa que decirle que el periodismo es una profesión en vías de extinción, al igual que los torneros, pregoneros, herreros, deshollinadores, litógrafos y toneleros, cuanto menos, tal como la conocemos hoy en día.
No es mi ánimo causar polémica con los periodistas, ni mucho menos, dado que me merecen todo el respeto del mundo. No obstante es cierto que los medios informativos, que son quienes dan trabajo a los periodistas, tal como los conocemos hoy en día deben reinventarse para sobrevivir. Muchos periodistas son concientes de ello.
Los medios informativos, evidentemente informan, y tienen modelos de negocio basados en la venta de información (online o en papel) así como en la publicidad.
Las nuevas generaciones, la de los nativos digitales, no son receptivas a la publicidad, mejor dicho, rechazan la publicidad, pues prefieren formarse la opinión ellos mismos a través de su propio entorno de los productos que quieren o desean consumir. Por naturaleza no creen lo que digan los fabricantes, pues saben que éste lo que quiere es vender el producto, a veces no diciendo toda la verdad sobre el mismo, o por lo menos si lo hacen saben que es de forma interesada.
Por otro lado, para ellos, la información ha pasado a ser algo que les pertenece por derecho, un derecho por el que las generaciones venideras, los nacidos a partir de 1980 y están a la vuelta de la esquina, no están dispuestos a pagar. De hecho saben que mediante la conexión total en la que viven, entre redes de amigos, colaboradores y mas la información fluye de forma libre y gratuita.
No estoy haciendo una alegoría de Internet el Periodismo Ciudadano, sino reflejando lo que creo es una realidad social que no sólo afecta al periodismo y a los medios de comunicación, sino también al Marketing y a la forma en que transmitimos nuestros mensajes con intención de captar la atención de quienes serán los clientes dentro de muy poco tiempo, si no lo son ya.
En realidad la web social es una marca comercial. No me cansaré de repetirlo, algo por lo que muchos luchan (luchamos?) por apropiarse del término con fines comerciales. Algunos incluso quitándose años de encima para auto-nominarse Nativos Digitales. No es una tendencia, ni una nueva forma de hacer las cosas, es una realidad, un estilo de vida que no podemos obviar, y debemos cuanto menos tener presente. No porque nosotros seamos ajenos a ello quiere decir que la sociedad también lo sea.
Personas de la edad de mi amigo, o mis hijos, serán los líderes de mañana, personas que se mantendrán comunicados en red, de hecho ya lo están, para quienes la publicidad no existirá pues no tendrán ojos para ella, quienes tienen otro concepto de la palabra amistad y se relacionarán con personas a miles de kilómetros sin conocerse en persona, quienes prefieren escribir antes que hablar, o enviar una fotografía antes que escribir.
Vale la pena hacerse este planteamiento, y pensar que lo que estamos haciendo hoy, es muy probable que mañana no nos sirva absolutamente para nada. Es más, probablemente hoy no sea ya tan efectivo como ayer.
A partir de aquí que cada uno haga su propia interpretación, tal vez mirando a sus hijos. No vaya a ser que los hoteleros pasen a engrosar la lista de los pregoneros, herreros, deshollinadores, litógrafos y toneleros por falta de clientes que demanden sus servicios.