La frase de John Lennon me lleva a reflexionar sobre un hecho que a menudo ignoramos en la hotelería: la vida, al igual que la experiencia del huésped, no se vive en el futuro, sino en el presente. Pasamos horas planificando estrategias, diseñando campañas y ajustando presupuestos, pero a veces olvidamos lo esencial: las emociones y momentos que realmente impactan a nuestros clientes suceden ahora, frente a nuestros ojos, y muchas veces pasan desapercibidos.
En un sector como el nuestro, donde cada interacción cuenta y cada detalle marca la diferencia, esta reflexión tiene un peso especial. Nos ocupamos tanto en lo que viene —la próxima temporada alta, la nueva tecnología que queremos implementar o la expansión del portafolio— que corremos el riesgo de perder el foco en lo que sucede hoy en nuestros hoteles: la sonrisa del huésped que llega después de un viaje largo, la dedicación del equipo en una jornada exigente, o incluso la oportunidad de resolver con elegancia un inconveniente inesperado.
Como en la vida, en la hotelería no podemos controlar todo, pero sí podemos influir en cómo vivimos y respondemos a cada instante. En este artículo, quiero compartir cómo esta filosofía puede aplicarse a nuestro día a día en la gestión hotelera y cómo adoptar una mentalidad más consciente puede marcar una diferencia radical en el éxito del negocio.
El viaje del cliente no es una línea recta, y muchas de las decisiones que marcan su satisfacción ocurren en tiempo real. A continuación, algunas estrategias para maximizar el impacto de los momentos presentes:
Cultivar la atención plena en cada interacción
La hotelería es, ante todo, una industria humana. Cuando un huésped se acerca al mostrador, ya sea para hacer check-in o para pedir recomendaciones, lo que busca no es solo una solución, sino sentirse escuchado y valorado.
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- Entrena al equipo para detectar señales emocionales: ¿Está cansado? ¿Parece apurado? Una respuesta empática y personalizada puede convertir un momento rutinario en algo memorable.
- Implementa sesiones regulares de feedback para que el personal reflexione sobre su desempeño y mejore su atención al cliente.
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Estudios de PwC muestran que el 59% de los consumidores valoran más un servicio personalizado que los precios competitivos.
Empoderar al equipo para actuar en el momento
Uno de los errores más comunes es postergar la resolución de problemas. Los huéspedes aprecian las respuestas rápidas y efectivas.
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- Establece protocolos claros pero flexibles que permitan al equipo tomar decisiones inmediatas, como ofrecer compensaciones razonables sin necesidad de largas aprobaciones.
- Fomenta la creatividad en la resolución de problemas, destacando historias de empleados que hayan gestionado situaciones inesperadas con éxito.
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Según un informe de Salesforce, el 75% de los clientes esperan que los empleados resuelvan sus problemas en el momento en que se presentan.
Aunque planificar es esencial, un exceso de enfoque en el futuro puede desconectarnos de lo que ocurre ahora. Aquí algunos enfoques para lograr un equilibrio saludable:
Establecer prioridades claras
Dedica tiempo a identificar los momentos críticos en el viaje del huésped y asegúrate de que toda la organización los tenga como foco principal.
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- Por ejemplo, el check-in y el check-out son momentos cargados de emociones: la bienvenida establece la primera impresión, y la despedida deja la última huella. Ambos deben ser impecables.
- Considera hacer simulaciones periódicas para garantizar que estos momentos clave sean fluidos y positivos.
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Medir lo que importa hoy
Las métricas son importantes, pero no todas las que se miden tienen impacto inmediato en la experiencia del cliente. Prioriza indicadores como:
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- Tiempo de respuesta a solicitudes: Cuánto tardas en resolver un problema.
- Comentarios en tiempo real: Utiliza encuestas cortas durante la estadía para medir la satisfacción y ajustar en el momento.
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Un estudio de Deloitte indica que los hoteles que recopilan feedback en tiempo real tienen un 25% más de probabilidades de mejorar su puntuación general de satisfacción.
En mi experiencia, las mejores historias que compartimos con los huéspedes suelen surgir de momentos no planificados. Algunas de las más memorables han involucrado:
- Detalles inesperados: Como un pastel de cumpleaños improvisado para un huésped que lo menciona en una conversación casual.
- Actos de bondad: Ayudar a un viajero con problemas de transporte o preparar un desayuno especial fuera del horario regular.
- Resoluciones rápidas: Convertir un malentendido en una oportunidad para brillar, mostrando que el hotel está dispuesto a ir más allá para resolver cualquier inconveniente.
Estas acciones no están escritas en ningún manual, pero son las que quedan grabadas en la memoria de los huéspedes y generan lealtad.
En la hotelería, al igual que en la vida, los momentos más valiosos a menudo no se encuentran en el plan, sino en las oportunidades inesperadas que sabemos aprovechar. Adoptar una mentalidad de presencia consciente no significa dejar de planificar, sino entender que cada día es una oportunidad para sorprender, conectar y marcar la diferencia.
Si hay algo que debemos recordar como hoteleros, es que el huésped no se lleva un cronograma ni un presupuesto; se lleva una experiencia, una historia que contará. Y esas historias no se construyen en el futuro, sino en el presente. Como decía Lennon: “La vida es aquello que te pasa mientras estás ocupado haciendo otros planes.” Que no nos pase lo mismo en la hospitalidad.